martes, 16 de octubre de 2012


MARISOL VERA GUERRA 

(Ciudad Madero Tamaulipas)


Asfaltura #28


Este árbol es como un hombre degollando Viboras

¿Tenía tanto qué hacer afuera…!
    ¿Ay! ¡Cómo sin darme cuenta
les he dejado enmurallarme?
Constantino Cavafis

En una cuarteadura de la calle
cien hormigas rojas le quitan la piel a las pequeñas larvas
que han salido del contenedor de basura.
Las veo hacer diligentes su trabajo,
no declinan,
ni siquiera cuando el Sol despunta como blanca inflorescencia
en los brazos de un árbol; la forma de las ramas
se pierde en una luminosidad pringosa, caricia obscena de amarillos.

Al mirar este árbol pienso en mi padre,
en aquella vez que me encerró fuera del mundo
igual que a un gato salvaje, en su risa de cascabeles
y en todas las lágrimas que no le he visto derramar
(pero que seguramente existen).

Me gustaría ser ave o flor engarzada en la fronda de luces
o viento sibilino en la hendedura del tronco, 
finalmente fugaz, fugaz y ligera, sin tanta evocación encima.

Mientras el soplo tibio de mayo enreja mis cabellos
vuelvo a los industriosos insectos;
han despellejado por completo a las prisioneras: nunca sabrán
lo que es batir las alas, burlar el cerrojo de una puerta,
posarse en el caramelo de un pastel, trazar una geodésica en el aire
para escapar del matamoscas.
¿Qué diferencia hay entre estos himenópteros
y la boa que constriñe al roedor?
Es como tener un trozo de Amazonas en mi barrio.

Mi padre siempre tuvo miedo a los reptiles,
lo recuerdo saliendo de su habitación en medio de la noche,
camisa abierta y machete enhiesto,
     el filo sobre la testa de una víbora
     con tanto odio
     como si así degollara el mal en la Tierra.

Yo, en cambio, amaba a las serpientes y a las termitas,
aún más a los flamboyanes que rezumaban luz en el huerto.

Es naranja, sí, el fulgor que desprende
el ramaje sobre mi cabeza. El día apenas comienza
y ya luce oxidado
como la fotografía de un incendio que nadie extinguió.




Marisol Vera Guerra (Ciudad Madero, Tamaulipas, 27 de septiembre de 1978)
Escribe poesía, ensayo y guiones para teatro. Ha publicado tres poemarios: Nunca tuve la vocación de Ana Karenina (La Regia Cartonera, 2012); Crónica del silencio (Letras de pasto verde, 2009) y Tiempo sin orillas (Voces de Barlovento, 2009). Incluida en diversas antologías. Becaria del ITCA en 2010. Columnista del periódico La Razón, de Tampico.

Contacto:
mujerespejo@hotmail.com
@veraguerra



© Carmen Amato
© Marisol Vera Guerra




2 comentarios:

  1. Marisol: Bienvenida a Asfalturas, gracias por tu participación. Te invito a recorrer este blog y comentar el trabajo de los otros poetas.
    Un saludo afectuoso.

    Carmen Amato

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  2. Gracias por la publicación, Carmen. Una observación, el título dice "este árbol es como un árbol degollando víboras", debe decir "...es como un hombre degollando víboras"
    Saludos

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