“Las palabras hacen trampa”
Asfalgramas
Fotografías de Carmen Amato
POR SUSANA ROZAS
“Puesto que la atención tiene la necesidad y el poderde
rehacerse,
permanece entera cada vez que lo hace. También la
atención es una serie de comienzos, está constituida de esos re
nacimientos del espíritu que tornan a la conciencia cuando el
tiempo crea instantes”.
G. Bachelard
Estamos ante un
nuevo código, de alguna manera
particular, ya que aún no ha sido nombrado. Los asfalgramas se nos presentan
como mixturas instantáneas con posibilidad de mutaciones.
Todo el lenguaje
pleno de la memoria configura un palimpsesto de textos en clave, nervado por
corrimientos semánticos que articulan criptogramas recticulares, posibles redes
de nuevas lecturas, esto es lo que nos sucede con las imágenes. Con las fotos
se nos presenta una particular manera de abordar el “signo”. Dice Barthes: “La
imagen fotográfica es la reproducción analógica de la realidad y no contiene
ninguna partícula discontinua, aislable, que pueda ser considerada como “signo”.
Sin embargo, existen en ella elementos retóricos (la composición, el estilo…),
susceptibles de funcionar independientemente como mensaje secundario. Es la
connotación, asimilable en este caso es un lenguaje. Es decir: es el estilo lo
que hace que la foto sea lenguaje.”. Vamos a tomar su criterio respecto
a que el referente del signo se encuentra ahí, pero en un tiempo que no
le es propio…esto nos interesa para poder abordar la teoría de Bachelard
descripta en “La intuición del instante”, en los asfalgramas, ese instante
esta captado por la máquina fotográfica o por quien la dispara? ¿Captar el
tiempo? “Si tomamos la vida por su mitad, en su crecimiento, en su ascenso,
tenemos muchas posibilidades, con Bergson, de demostrar que los vocablos
‘antes’ y ‘después’ casi no tienen más que un sentido de referencia, porque
entre el pasado y el porvenir seguimos una evolución que de acuerdo a su logro
general parece continua.¿pero si pasamos al dominio de las mutaciones bruscas,
en donde el acto creador se inscribe bruscamente, cómo no comprender que una
era nueva se abre siempre por un absoluto?”…Qué nos dirán estos signos
callejeros que abruptamente han sido sacados de su continente y de su soledad?
La duración está
hecha de instantes sin duración, como la línea recta está formada por puntos
sin dimensión.
Incorporado en el
terreno de los asfalgramas, llegamos a la definición de signo, por lo que
nuestra vista tiene presente. El significado de la palabra, que proviene de
signum, es objeto o fenómeno que por naturaleza o convención, representa o
sustituye a otro. Como verbo, signar es: imprimir o sellar una cosa. Lo podemos
percibir por los sentidos y nos produce una idea en la mente. Aquí daríamos con
el significado y el significante. No obstante, de la Enciclopedia extraemos una
acepción que nos interesa para esta muestra de arte (urbano?) “hacer saber,
declarar o manifestar una cosa. Hacerse notar o distinguirse por alguna
cualidad o circunstancia”.
Inscribiendo a
Charles S. Pierce y su teoría del signo, seguimos en detalle su pensamiento: un
signo o representamen, es algo que, para alguien, representa o refiere algo en
algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa
persona un signo equivalente, o tal vez, un signo más desarrollado. Este signo
creado es lo que llama el interpretante del primer signo. El signo está en
lugar de algo, su objeto. Está en lugar de ese objeto, no en todos los
aspectos, sino sólo con referencia a una suerte de idea, que a veces Pierce ha
llamado el fundamento del representamen.
A la función
mediadora la llama Interpretante. Esto es, otro signo en una cadena infinita,
es decir, una semiosis ilimitada.
El interpretante es
la modificación producida en el pensamiento por un signo. Pero pensamiento no
debe entenderse en principio como fenómeno psicológico individual, sino que
tiene que ver con el proceso discursivo que se da en el ámbito de la comunidad
humana.
Cada interpretante
es signo de su objeto, y, a su vez, requiere otro signo para su interpretación.
Es decir, una cadena de signos interpretantes.
Siguiendo la teoría
de Pierce, nos alentamos en el reconocimiento de un aspecto; una especie de
idea retenida.
Agregamos que tal
vez sensaciones, intuiciones, sentimientos, fragmentos de poemas que no
llegaron a nacer o quizás, sí: un poema empedrado en su lugar.
No parten de la
nada estas imágenes- asfalgramas y nos transmiten algo, aquello a lo que nos
disponemos a entender, a captar.
Cada uno es el
interpretante de estos signos y nos apropiamos de su significado mediante
nuestras relaciones o proyecciones sensoriales.
Pero podemos
agregar que también un espíritu sensible, los vea como señales que anuncian una
información que se está transmitiendo.
En psicoanálisis
este aislamiento sería una huella portadora de un mensaje indescifrable (o no)
y se intentaría poner en movimiento a partir de la re- vinculación con otros.
Estos asfalgramas
hablan de un episodio mudo donde algo debe ponerse. El precio que paga lo
psíquico por su capacidad de simbolizar es obvio, porque lo que se mueve es
difícil de atrapar y este cambio permanente produce en algunos hombres una
especie de angustia.
Pero la foto está
ahí. El artista ha trabajado, le ha otorgado tonos, diseños, un lenguaje
icónico para presentarlo…Ha captado una porción sin principio ni final, donde
se representan heteróclitas marcas asfálticas que podrían derivar en un
lenguaje más allá del lenguaje. Una marca metafórica.
Cada observador es,
en sí mismo, función y parte de dicha cadena. Nunca la misma con una móvil fijeza
apenas atrapada por el disparo instantáneo tratando de otorgarle una realidad y
una eternidad.
Los asfalgramas al
no pertenecer a la simbología, hallan su exclusividad en la semiótica urbana para provocar una red motivadora tan
intrínseca que, hasta es posible que como peatones convivamos con estas
criaturas de gritos sellados. Como canta F. Páez, las palabras hacen trampa.
Buenísimo trabajo, Angela Espinal
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